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viernes, 15 de febrero de 2013

¿Qué pasa con los Leñadores tuneros?. Gordo deja el mando

Las Tunas
Es realmente triste lo que pasa con la pelota tunera, cuando parece que se pueden lograr buenos resultados las cosas de desvanecen y es necesario volver a esperar y crear nuevas esperanzas para ver si las cosas la salen a los tuneros.

Les cuento que ganar el bueno siempre ha sido el gran problema de los Leñadores. Rápidamente les cuento que en la temporada, 46 cuando clasificaron por primera vez a los play off, estuvieron a punto de eliminar a Villa Clara, pero solo fue eso, ahí se quedaron. Recuerdo muy bien que estuvieron delante dos victorias por una pero los Naranjas vinieron de abajo, igualaron y después remataron.

Después en al serie 49 tenían par de juegos pendientes con Santiago de Cuba. La ventaja era completa para los del Balcón del Oriente cubano ya que jugaban en casa y con una victoria accedían a los play off. ¿Que sucedió? Nada, las avispas se llevaron los dos cotejos.

Las historias tristes siguen, en la temporada 51 lograron clasificar a la postemporada, justo el último día de la clasificatoria. Después en cuartos de final tenían la balanza 3-1 a su favor, pero Ciego de Ávila les supo remontar dejándolos con las ganas jugando incluso en el Estadio Julio Antonio Mella.

Y la más reciente decepción llegó en al primera etapa de esta 52 contienda cuando tuvieron la posibilidad en sus manos de acceder a la próxima etapa, sin embargo perdieron 2 de 3 juegos ante la Isla.

Es triste cierto. No es fácil seguir a un equipo que justo en el mejor momento ve derrumbar su castillo.

Aquí les dejo la entrevista que el colega Dubler Vázquez le realizó al mentor de los tuneros Juan Miguel Gordo. Léala esta en extremo interesante.


Título: “He dado dos años de mi vida, pero ya no más…”

Juan Miguel Gordo ha seguido en sus dos años al frente de Las Tunas una línea dramática coherente con el personaje que creó. Expresivo hasta lo inaudito en sus salidas al box, inquieto y constantemente de pie en esa suerte de set de lujo que es la cueva de los Leñadores, el mentor tunero se ha movido con solvencia entre el drama de época y el más puro thriller norteamericano.

Por eso no sorprende que este diálogo apenas tenga preámbulos y que sus criterios más cáusticos sean dichos con total naturalidad, al tiempo que reserva para la despedida la revelación más sorprendente.

Quizás con el afán de ser igualmente coherentes, optamos entonces por cambiar el guión que ha preparado el controvertido manager y comenzamos por el final.

¿Está cansado tras estos dos años o tiene la disposición de seguir?

Es muy difícil para mí, porque mi vida es el béisbol: me dio la oportunidad de ser el atleta que fui y me ha permitido experimentar en dos años la dirección de un equipo, que es una responsabilidad inmensa, estresante, complicadísima. He vivido dos etapas distintas y me ha dado la posibilidad de crecer como profesional y como persona. No me siento agotado, pero hay varios factores que influyen en ciertas decisiones: estrategias de la provincia, decisiones de algunas personas… Eres a la primera persona que se lo digo: voy a terminar este año con la Segunda División, voy a tratar de encaminar un proceso de renovación en la provincia, de impregnarles a estas figuras jóvenes lo que creo yo que necesitan, pero no voy a dirigir más, voy a descansar. Soy un profesional del béisbol y estaré allí donde pueda y me necesiten, porque mi deseo es que la pelota tunera tenga un futuro mejor.      

¿Hay factores directamente relacionados con el juego que le han llevado a tomar esa decisión?

Hay muchos. Por ejemplo, el equipo de nosotros no tiene líderes, a pesar de que muchos son miembros de preselecciones o de la Selección Nacional, porque yo digo que el líder es el que es capaz de aglutinar, de en un momento importante halar al equipo.

Incluso, dije una vez que el capitán del equipo era yo, aunque pueda parecer un poquito autosuficiente. Pero quien halaba al equipo y les hablaba a los peloteros era yo, y no entiendo cómo no hay alguien entre los atletas que pudiera hacer eso. Creo que eso fue lo que nos pasó allá en la Isla de la Juventud y me alegro de que se haya transmitido por televisión, para que todo el pueblo de Las Tunas y Cuba entera vieran que tuvimos la clasificación en la mano y no quisimos clasificar, o los atletas claves de nosotros no quisieron clasificar.

A la afición le duele sobre todo el segundo juego, cuando parecía que el equipo pinero estaba más pendiente de terminar rápido para disfrutar de su clasificación que de sumar otra victoria.

Sí, claro, ese juego era para nosotros, porque nos lo estaban regalando prácticamente: jugaron con parte de su banca y nos pusieron pítchers que habían lanzado muy poco en la Serie. La dirección del equipo se reunió y entre todos determinamos que los peloteros no tenían deseos de jugar. Incluso, algunos atletas claves manifestaron allá en la Isla (no ha nosotros, por supuesto, porque de ser así no habrían jugado) que no tenían deseos de salir al terreno. Y yo, que fui un pelotero que siempre se entregó, no entiendo cómo un jugador que sepa que una provincia entera está esperando ese alegrón, diga que no quiere jugar, eso es increíble y yo lo catalogo como una traición a su camiseta.  

Los tuneros se preguntan qué le sucedió al equipo en aquel tremendo bache que finalmente costó la clasificación. Hubo problemas con la ofensiva y eso está muy relacionado con la estrategia de preparación trazada por ustedes.

Mira, el equipo que peor momento tuvo en la Serie Nacional fuimos nosotros, pero también fuimos los que supimos levantarnos de lo increíble y tener una reacción como pocas veces se ha visto en estos Campeonatos. ¿Qué sucedió? Pues que no supimos rematar, sobre todo, reitero, los atletas que tenían la mayor responsabilidad.

Y sí, es verdad que en los primeros 30 juegos la ofensiva fue caótica, que no pudimos estabilizar una alineación y que solo en el último tercio logramos hacer un line up, cuando le dimos confianza a muchachos jóvenes como el propio Leonardo Laffita, que nos resolvió el problema en el campo corto y que ocupó un turno al bate tan importante como el sexto, con la responsabilidad de impulsar carreras.

Precisamente, estábamos analizando las estadísticas y nos dimos cuenta de que los hombres que tenían que remolcar (del segundo al quinto) no cumplieron esa tarea. Creo que la clave estuvo en la falta de entrega, la falta de comunicación, la falta de jugar para el equipo por parte de atletas importantes que ya no aportan lo que necesitamos.

Se habla mucho del carácter de Gordo y de problemas con algunos atletas. ¿Hasta dónde llega la realidad y hasta dónde los mitos en este aspecto?

Cuando me designaron director de este equipo, muchos pensaron que yo me iba a ir a las manos con algunos, quizás por mi temperamento; pero no, nunca tuve que hacer eso. Simplemente, hablé mucho con cada uno y si hubo falta de comunicación sería por parte de ellos, porque nunca he tenido temor de decirles la verdad y a lo mejor ese fue el problema. Lo que sí es cierto es que en muchas ocasiones tuve que llamarles la atención a varios atletas claves que ya no tienen solución, porque hay algunos que creen que se lo merecen todo y que hay que permitirles todo, y a veces hay que hacerse el de la vista gorda con ciertas cosas, pero cuando afectan al colectivo no, no puede ser. Nunca llegué a los extremos que dicen por ahí algunos, aunque sí es cierto que hubo sus cositas…

Hace unos meses, desde estas páginas criticamos la tendencia creciente de lanzar pelotazos a bateadores contrarios e incluso este año algún atleta tunero llegó a pronunciarse en contra de ese exceso. ¿Dónde cree que está la frontera ética en este sentido?

Yo creo que hay que estar allí en el dogout para saber cómo se vive el béisbol y algunos creen que este es un juego de muñecas. El béisbol es un juego de gente dura, de carácter, que tenga sangre en las venas y sí, varias veces hemos orientado algún pelotazo, aunque no es tampoco para hacer de esto un gran problema, porque eso lo ha hecho todo el mundo. En nuestro caso, por ejemplo, mandábamos a dar un pelotazo y los pítchers no lo daban; otras veces no lo ordenábamos y entonces lo tiraban. Lo cierto es que siempre la responsabilidad recae en el director. Pero creo que eso está en el juego y es una cuestión de táctica y de inteligencia para ganar.

Ahora que se acerca la llamada Segunda División, ¿cuáles son los atletas con los que contará Las Tunas?

Mira, con todo el respeto que merecen muchos atletas de grandes actuaciones individuales en sus carreras, pero que no han sido igual en lo colectivo, esta segunda etapa se va a jugar con peloteros que tenemos que desarrollar ya y que tendrán que asumir de inmediato grandes responsabilidades. Reitero que respeto a muchos atletas de trayectoria muy brillante, pero si de mí depende, que les vayan preparando el retiro, que les den una palmadita en el hombro y les agradezcan por todo, pero ya no aportan nada al equipo. No podemos seguir arrastrando malos hábitos que son muy difíciles, yo diría imposibles de eliminar. Es mi criterio y así lo asumo: hay que decirles `hasta siempre, pero ya usted aquí no resuelve ningún problema´. Nosotros decidimos eso en una reunión de la Comisión Técnica y así se lo hicimos saber a la Dirección de Deportes.

Cuando comenzamos el entrenamiento para esta temporada, queríamos hacer una renovación y algunos pidieron jugar, quizás porque buscaban completar una cifra, pero los que no la lograron terminaron aquí. Yo no estaré el año que viene, pero esto está manejado así por los técnicos y los directivos del deporte en la provincia.

Usted me habla de cifras importantes y pienso en Joan Carlos Pedroso, que anda buscando el jonrón 300 y en Ubisney Bermúdez, que está cerca de la victoria 100.

Ubisney es un pítcher que, trabajando bien con él, puede cumplir todavía con una responsabilidad. En el caso de Pedroso, tuvo oportunidades de llegar a los 300 jonrones. No sé si lo logrará ahora en la segunda etapa, pero sí está dentro de ese grupo de atletas que te decía. No voy a seguir diciendo nombres, pero van a salir y van a ser cinco o seis, para que quede claro. Y la afición tendrá que ir acostumbrándose, porque todas las provincias han renovado y nosotros somos los únicos que no lo hemos hecho.

¿Piensa usted que existen ahora mismo los peloteros necesarios para que esa renovación sea eficaz?

Yo lo que creo es que los objetivos no podrán ser los mismos. Quizás no lleguen resultados inmediatos, porque las provincias que han renovado no han esperado eso, pero en uno o dos años deben recogerse los frutos y tenemos que arriesgarnos. Yo asumo esa responsabilidad y defiendo ese criterio.

¿Cómo ha sido para Juan Miguel Gordo la experiencia de dirigir en la Serie Nacional?

Ha sido difícil, pero no creo que muy diferente de lo que fue para Ermidelio Urrutia, Ángel Sosa o Rolando Ponce de León. Con ellos, en unas cinco o seis ocasiones, el equipo tuvo también posibilidades de conseguir resultados importantes y muchas veces no se lograron. Algunos hablan de la preparación psicológica, de la estrategia de entrenamientos, pero vuelvo a esta Serie, cuando un equipo casi te está regalando la clasificación y que ciertos atletas claves manifiesten que no tienen deseos de jugar. ¿Qué pasa entonces? Y esto fue igual con esos directores que te mencioné: han sido los mismos hombres.

Hemos tenido que luchar entonces contra una mentalidad que no trabaja en función del equipo y algunos jugadores que creen que saben más que nadie.

Usted ha dejado muy claro lo que les ha faltado a los atletas. Yo le pregunto, ¿qué le ha faltado a Juan Miguel Gordo en estos dos años?

Mi línea de trabajo ha sido siempre la misma y así la mantendré porque es mi forma de ver el béisbol. Sí hay siempre cosas que moldear, muchas derrotas que te sirven de experiencia. He luchado mucho porque los atletas tengan las mejores condiciones, porque tengan motivaciones, pues yo también fui jugador. Y ha sido difícil, muy difícil… hay cosas de las que te arrepientes, pero he tratado de vivir cada momento de cada juego, me he arriesgado y nunca he tenido miedo de hacer algo que a otros les pueda parecer una locura. No niego que me he equivocado, pero pienso que tenemos que seguir impregnándole al atleta tunero el deseo de ganar, de hacerlo bien dentro del terreno.

Su manera de dirigir ha levantado siempre mucha polémica. ¿Cómo ha manejado la crítica de la afición?

Mira, los directores de grada siempre quieren que las cosas se hagan como ellos entienden, por eso no pierdo el sueño con los que no han creído en mí, porque si se toca bien la bola es mérito del pelotero, si se toca mal es culpa del director. Yo no estoy de acuerdo con eso de que el público cubano sabe de pelota, es mi criterio y hay que respetármelo. Creo que la afición opina mucho, pero no sabe de béisbol. Para eso hay que estar allí dentro del dogout, saber las interioridades y conocer por qué se hace cada cosa en determinado momento.

Yo en estos dos años me he dedicado por completo al equipo, casi he abandonado mi familia y he tratado de hacerlo lo mejor posible. Hay una parte del público que no lo conoce y por eso da ciertas opiniones. También la prensa especializada emite sus criterios, pero solamente nosotros, los que estamos dentro del equipo, sabemos los verdaderos problemas, las enormes necesidades que tienen muchos jugadores.

Y es muy fácil para todos criticar al director de un equipo de béisbol, porque ese es el deporte nacional. Pero yo no puedo, por ejemplo, criticar al director de Frutas Selectas porque su empresa no sea capaz de abastecer a esta provincia. 

En la Serie pasada, desde estas páginas se emitieron criterios con los que usted estuvo totalmente en desacuerdo y que conllevaron varios y profundos análisis. A la vuelta de unos meses, ¿cómo es su relación con este Medio y con la prensa en sentido general?

Este año no he tenido mayores problemas. He podido intercambiar bastante, sobre todo contigo, y creo que en esa comunicación está la clave, porque los Medios de Difusión Masiva son los que guían las opiniones del pueblo. Pienso que mis relaciones con la prensa han mejorado mucho y que el año pasado hubo esos problemas por ciertos criterios que no compartíamos. Lo que exigíamos entonces era que debían habernos llamado a nosotros, haber intercambiado, para conocer todos los detalles de lo que estaba pasando y ganar en claridad.

Personalmente he conseguido moldear algunos criterios y creo que sin la prensa no seríamos más profesionales, no tuviéramos la oportunidad de que nos conociera el pueblo y de mejorar cada día en varios aspectos que nos hacen crecer.



Entrevista tomada de elwebcindario.webnode.es

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